Otro punto clave es que muchas áreas afectadas no coinciden con los puntos de mayor milimetraje. El relevamiento satelital del ORA muestra que algunas zonas, como Mercedes, Suipacha, Cañuelas y Lobos, sufrieron inundaciones por desbordes de arroyos, aunque hayan recibido menos de 100 milímetros.
Por el momento, el maíz presenta un panorama menos complicado. En el norte bonaerense, la cosecha supera el 90% de avance, con 120.000 hectáreas restantes, principalmente de planteos tardíos y de segunda ocupación. En el oeste aún queda una mayor superficie, pero los informes de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires aseguran que no se esperan mermas significativas en este cultivo.
No obstante, los analistas advierten que si las lluvias continúan y no baja la humedad en grano, también podrían aparecer problemas de calidad o dificultad para secado, lo cual presionaría aún más sobre la infraestructura de acopio y los márgenes económicos del productor.
Impacto económico y dificultades logísticas
La situación tiene un fuerte impacto en la economía rural. Las interrupciones en la cosecha, además de comprometer los rindes, retrasan los pagos a contratistas, encarecen el costo operativo y dificultan la llegada de camiones a los acopios. También afecta el flujo de embarques en los puertos del Gran Rosario, que ya venían con baja actividad por el descenso en los niveles del Paraná.
Desde las entidades rurales expresaron preocupación por los costos logísticos crecientes y la necesidad de ampliar los plazos de entrega en contratos forward, ante una situación que consideran de “fuerza mayor”. En muchos casos, los caminos rurales están literalmente intransitables, y los productores deben priorizar la conservación del cultivo hasta que haya piso.
A todo esto se suma un nuevo problema: la campaña fina, especialmente la siembra de trigo, que debería estar comenzando en mayo. Según explicó Andrés Llovet, especialista del INTA Pergamino, “en los ambientes planos donde el agua no escurre, hay grandes chances de que muchas hectáreas no puedan sembrarse a tiempo”.
En zonas como Bragado, 9 de Julio y Chivilcoy, el exceso hídrico ya impide ingresar con maquinaria y obliga a repensar el calendario de implantación. Los técnicos advierten que si las lluvias no se retiran antes de junio, los productores deberán recurrir a variedades de ciclo intermedio o corto, lo que impactará en la expectativa de rinde.
El pronóstico indica una mejora relativa, pero sin piso
El reporte climático del ORA señala que en los próximos días las lluvias serían inferiores a lo normal, pero con temperaturas más bajas, lo que podría dificultar el secado tanto del suelo como de los cultivos. Este escenario deja a los productores en una espera forzosa, con incertidumbre total respecto de la magnitud final del daño.
“El productor está en modo defensivo. Sabe que no puede arriesgarse a meter una máquina en un lote que aún está saturado. Se corre el riesgo de romper el suelo y perder el doble”, concluyó Russo.
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